La maquina newtoniana
El sistema del mundo propuesto en los Principia de Isaac Newton llegó a ser aceptado absolutamente, a lo largo de los siglos XVIII y XIX, gracias a tres factores: su divulgación entre el público culto pero no especialista, su fundamentación teórico-filosófica (es el caso de Kant) y su confirmación científica, tanto a nivel empírico como matemático. La validez empírica del sistema quedaría impresionantemente corroborada en astronomía. En 1846 Adams y Leverrier, basándose en ligeras aberraciones de la órbita de Urano, calcularon teóricamente la órbita de un nuevo planeta. Pues si la teoría de la gravitación fallaba en el caso de Urano, la culpa-pensaban- no podía achacarse a la teoría, sino a un hecho todavía oculto. Adams y Leverrier facilitaron sus cálculos al astrónomo alemán Gottfried que enfocó su telescopio al punto designado de antemano, descubriendo, efectivamente, un nuevo planeta: Neptuno. Aquí la teoría –como ya había señalado Kant- iba por delante de la experiencia, haciendo