Ortega. El concepto de vida como realidad radical.

Continuamos con Ortega en Academia Cruellas. Habíamos visto que “filosofía” no es sino “el conocimiento del Universo o cuanto hay”. Pero debemos dar un paso más, el más decisivo: ¿qué realidad del Universo es la más indudable? O, en otras palabras, el problema filosófico primero consistirá en determinar qué nos es dado del Universo de forma tal que escape de todo tipo de duda. Pues bien, Ortega encuentra que esa realidad radical no es tampoco la conciencia, el sujeto, como creía el idealista en contra del realista, sino la vida “que incluye -además del sujeto- el mundo”.

La realidad radical es, pues, nuestra vida, la de cada uno en particular. No existe otra realidad más indubitable. Ni el pensar es anterior a la vida, al vivir, porque aquél es, como pensamiento, un fragmento de un sujeto determinado que, sencillamente, vive. El mismo hecho de “hacer” filosofía, el acto de filosofar, no es sino una “forma particular del vivir que supere este vivir mismo”, ya que la propia indagación filosófica la siento como “un afán de mi vida”. Cualquier tipo de realidad siempre, absolutamente siempre, supone de antemano otra realidad que le fundamenta: nuestra vida.

Ahora bien, reparemos en el epígrafe “el concepto de vida como realidad radical”. Dos cosas nos interesa subrayar para que el pensamiento orteguiano se nos muestre al menos con meridiana claridad: 1) no se trata de potenciar a secas la vida como realidad radical, sino 2) de potenciar un nuevo concepto de “realidad radical”, distinto al “antiguo” (realista) y al “moderno” (idealista), y es precisamente donde este pensamiento alcanza las cotas más genuinas, puesto que, llevando a últimas consecuencias el propio sentido que para él posee la filosofía, no se trata de una mera descripción de la vida, sino de una teoría sobre la realidad radical que se cumple en la vida y que, en opinión de Ortega, pretende ser radicalmente distinta de la teoría que sobre la realidad radical palpita en la ontología tradicional. No cabe la menor duda, pues, de que tras “el concepto de vida como realidad radical” se esconde una teoría de la realidad. Qué sea esto nos aclarará en última instancia por qué la vida aparece como realidad radical en la filosofía de Ortega.

El ser del mundo, en palabras de Ortega, no es “alma” ni “materia”, sino perspectiva. ¿Qué quiere decir esto? la “perspectiva” eww una condición gnoseológicamente de lo real, puesto que la estructura de lo real sólo se nos presenta perspectivamente desde puntos de vista determinados que, a su vez, necesitan integrarse desde múltiples términos, caras o facetas de la realidad. La perspectiva, a pesar de ser única e intransferible (es mi perspectiva), no aspira en modo alguno a absolutidad el mundo desde esa perspectiva, sino que, como sabe precisamente que el mundo es pluralidad de perspectivas, no se tiene sino como un punto de vista más. La única forma de acercarse a la realidad del mundo -que nos viene dada perspectivamente- será multiplicando las perspectivas o puntos de vista acerca del mundo y asumiendo esa irreductible multiplicidad. Pero la perspectiva, tomada así, sería tan absurda como el planteamiento “idealista” sobre el ser; de ahí que la perspectiva se encuentre ineludiblemente emparentada a una determinada circunstancia. Esta no es sino lo que nos limita, nuestra propia peculiaridad dentro del mundo. No se trata de una circunstancia biológica, sino humana y sobre todo, histórica. Por ello Ortega afirma que somos esencialmente circunstanciales y que este conocimiento debería hacernos olvidar los valores hieráticos que dictan perspectivas eternas. Tanto aquéllas como éstas son imposibles para quienes reflexionando lo hacen conscientemente de su entorno circundante.

Ahora bien, planteada así la teoría de la realidad, difícilmente hubiera escapado al naturalismo de la posición realista. Junto a la circunstancia y perspectiva aparece otra realidad insalvable: el yo. No soy un ingrediente de la circunstancia. En absoluto soy un elemento pasivo en ella, sino que trabajo y elaboro en ella mi vida, mi proyecto humano. La circunstancia por sí sola no es nada, adquiere radicalidad cuando la emparentamos con el sujeto que la vive. Por esto es el personaje quien confiere carácter de mundo a lo que sin él no tendría sino carácter de naturaleza. El gozne de la teoría de la realidad sólo podría ser la vida humana. Esta es quien da los diversos sentidos sobre lo real, y cualquier tipo de realidad se constituye como tal única y exclusivamente respecto a ella. Por eso, mi vida es la realidad radical y me conozco en tanto que advierto que yo soy yo i mi circunstancia.

¿Por qué asumo mi posición en el mundo, mi circunstancia, y, sobre todo, mi punto de vista como conjunto teórico-práctico que me acerca a la verdad?. Radicalmente porque el mundo es así, su estructura nos viene dada de formaperspectivista y parcialmente verdadera. Por decíamos antes que el concepto de vida como realidad radical no apuntaba a una mera descripción de fenómenos vitales, sino a algo más profundo, más metafísico si se quiere, a una teoría de la realidad que se revela en modo alguno al margen de la vida sino en y por ella misma.

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