Las ideologías

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Las ideologías de una sociedad no tienen una historia propia, independiente de la infraestructura de la sociedad, sino que se corresponden con el sistema de producción y de distribución de bienes, esto es, con la infraestructura. Todo esto se pone de manifiesto en los dos rasgos que caracterizan a toda ideología:

  • Las ideologías de una sociedad tratan de legitimar el orden social vigente, presentándolo como “natural” aunque no lo sea. En este sentido, las ideologías ofrecen una imagen distorsionada de la realidad, son representaciones falsas de la realidad, “mentiras legitimadoras”.
  • En la medida en que legitiman el orden social vigente favorecen a los privilegiados por esa organización social; responden, por tanto, a los intereses de las clases favorecidas (en el caso del liberalismo capitalista, a los intereses de la burguesía).

Ahora bien, ¿es verdad que las ideologías responden a la infraestructura de la que derivan?, ¿es verdad que son mentiras que legitiman el orden social vigente, favoreciendo los intereses de las clases privilegiadas? Para poder responder a estas preguntas hay que analizar la relación existente en el capitalismo entre la infraestructura y la correspondiente superestructura, que cristaliza en ideologías jurídicas, políticas, religiosas y filosóficas.

La ideología política

La política liberal, nos dicen sus partidarios, es accesible a todos. Todos pueden votar, lo que no es cierto; todos pueden consagrarse a la actividad política, lo que tampoco es verdad, pues exige tiempo, formación y capital, tres bienes de los que la inmensa mayoría de las personas carecía por completo. En realidad, la política la ejerce quien la puede ejercer: de nuevo, la burguesía. La composición de los parlamentos europeos daba la razón a Marx: los diputados eran burgueses y, como tales, votaban a favor de aquellas medidas que favorecían los intereses de su clase.

La ideología jurídica.

La ideología jurídica del liberalismo capitalista, fiel a la tradición liberal que le dio origen, consagra como derechos fundamentales del individuo la libertad, la igualdad y la propiedad. La correspondencia con la infraestructura capitalista, es evidente. Estos derechos a la libertad, la igualdad y la propiedad son defendidos como derechos naturales, es decir, aquellos que todo hombre tiene por el mero hecho de serlo. El capitalismo se consagra a sí mismo como un orden social justo porque en él se reconocen y se cumplen los derechos naturales de los seres humanos. Esta es la teoría, las ideas que se producen socialmente, lo que se hace creer a los ciudadanos. Pero la teoría, según Marx, es falsa. ¿Por qué? Porque de los derechos de participación política se excluye a las mujeres, a los jóvenes, a los no propietarios y a los trabajadores por cuenta ajena. Se trata de un sufragio censitario. En segundo lugar, el derecho de igualdad que se afirma es solo formal, y no real. Esto significa que, si bien el derecho ensalza la igualdad, la estructura social establece una situación de manifiesta desigualdad entre las clases.

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