Filosofía en tiempos del SARS: DESCARTES

Buenas noches, desde Academia Cruellas. Hoy es el cuarto día del yomequedoencasa, y creo sinceramente que la filosofía nos puede ayudar a superar estos duros momentos. Hoy empezamos con Descartes lo iremos completando día a día.

La primera idea a tener en cuenta es que para Descartes existe una unidad del saber y de la Razón. En la primera de sus reglas para la dirección del espíritu Descartes afirma que: “Todas las diversas ciencias no son otra cosa que la sabiduría humana, la cual permanece una e idéntica, aun cuando se aplique a objetos diversos, y no recibe de ellos más distinción que la que la luz del sol recibe de los diversos objetos que ilumina” Por lo tanto, las diferentes ciencias y los distintos saberes son manifestaciones de un saber único.

Esta concepción unitaria del saber proviene, en última instancia, de una concepción unitaria de la Razón. La sabiduría es única porque la Razón es única: la Razón que distingue lo verdadero de lo falso, lo conveniente de lo inconveniente, la Razón que se aplica al conocimiento teórico de la verdad y al ordenamiento práctico de la conducta, es una y la misma.

Ya que la Razón, la inteligencia, es única, nos interesa conocer cuál es su estructura, su funcionamiento propio, para que sea posible aplicarla correctamente y de esta forma alcanzar conocimientos verdaderos y provechosos.

Dos son a juicio de Descartes, las formas de conocimiento: la intuición y la deducción. La intuición es una especie de “luz natural”, de “instinto natural” que tiene por objeto las naturalezas simples: por medio de ella captamos inmediatamente conceptos simples emanados de la Razón misma sin que quede posibilidad alguna de duda o error. Descartes define define la intuición de la siguiente forma:”Un concepto de la mente pura y atenta, tan fácil y distinto que no queda duda ninguna sobre lo que pensamos; es decir, un concepto no dudoso de la mente pura y atenta que nace de la sola luz de la Razón, y es más cierto que la deducción misma”.

Todo el conocimiento intelectual se despliega a partir de la intuición de naturalezas simples. Ahora bien, entre unas naturalezas simples y otras, entre unas intuiciones y otras, aparecen conexiones que la inteligencia descubre y recorre por medio de la deducción. La deducción, no es sino una intuición sucesiva de las naturalezas simples y de las conexiones entre ellas.

Puesto que la intuición y la deducción constituyen el dinamismo interno, la dinámica específica del conocimiento, ésta ha de aplicarse en un doble proceso: 1) en primer lugar, un proceso de análisis hasta llegar a los elementos simples, a las naturalezas simples; 2) en segundo lugar, un proceso de síntesis, de reconstrucción deductiva de lo complejo a partir de lo simple. A uno y otro momento se refieren respectivamente las reglas segunda y tercera del Discurso del Método: “Dividir cada una de las dificultades en tantas partes como sea posible y necesario para resolverlas mejor (regla segunda). “Y conducir por orden mis pensamiento comenzando por los objetos más simples y fáciles de conocer, para subir poco a poco, por pasos, hasta el conocimiento de los más complejos; suponiendo incluso un orden entre aquellos que no se preceden naturalmente los uno a los otros” (regla tercera).

Esta forma de proceder no es arbitraria: es el único método que responde a la dinámica interna de una razón única. Hasta ahora, según Descartes, la razón ha sido utilizada de esta modo sólo en el ámbito de las matemáticas. Nada impide, por lo tanto, que su utilización se extienda a todos los ámbitos del saber, produciendo unos frutos igualmente admirables.

Mañana entramos de lleno al terreno de la duda.

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