Aristóteles. Física
“Entre los seres los hay que existen por naturaleza y los hay que existen por otras causas. Por naturaleza los animales y sus partes, las plantas y los cuerpos simples como la tierra, el fuego, el aire y el agua. En efecto, decimos de estos seres y de otros de la misma clase que son por naturaleza. Ahora bien, todos estos seres de que venimos hablando difieren claramente de los que no están constituidos por naturaleza. En efecto, todos los seres naturales poseen en sí mismos un principio (arché) de movimiento y reposo, bien respecto del movimiento local, bien respecto del crecimiento y mengua, bien, en fin, respecto de la alteración. por el contrario, una cama, un vestido y cualquier otro objeto semejante no tienen tendencia natural natural al cambio en tanto en cuanto son seres artificiales, si bien la poseen en cuanto resultan ser de piedra, de madera o de una mezcla de tales sustancias. Y es que la naturaleza es un principio (arché) y causa del movimiento y del reposo para aquellos seres en que reside inmediatamente, esencialmente y no de un modo accidental”.
Aristóteles, Física.
Dos son los puntos fundamentales que se abordan en esta líneas: Aristóteles comienza ofreciendo una caracterízación de los seres naturales (“por naturaleza”) para, a continuación, proponer una definición de naturalez. La definición de naturaleza ofrecida en la segunda parte del texto deriva lógicamente de la caracterización previamente establecida de los seres naturales.
En oposición a los seres artificiales (una cama, un vestido, etc), los seres naturales se caracterizan por dos rasgos coordinados entre sí. En primer lugar, poseen en sí mismos un principio de movimiento y reposo. Puesto que se trata de sustancias naturales, Aristóteles se refiere aquí a los tres tipos posibles de movimiento accidental: los astros que giran en el firmamento o la piedra que cae (movimiento local), el organismo vivo que se desarrolla y crece (cambio cuantitativo), el hombre que aprende a leer (cambio cualitativo) no reciben estos movimientos desde el exterior de un modo pasivo y mecánico sino que los realizan en virtud de un principio interno a ellos mismos que determina y orienta tales movimientos. De ahí que Aristóteles, en segundo lugar, establezca que las sustancias naturales poseen una tendencia a realizar determinadas actividades y comportamientos: esta afirmación equivale a interpretar los movimientos de las sustancias naturales en términos de teleología.
Los seres artificiales carecen de este principio intrínseco y de esta tendencia: una estatua que cae, no cae por ser estatua sino por estar hecha de una sustancia natural pesada.
Aristóteles pasa a definir la naturaleza precisamente como ese principio intrínseco que determina la tendencia a realizar ciertas actividades o movimientos. En cuanto que determina tal tendencia, la naturaleza de una sustancia natural establece unas pautas de comportamiento, en cuanto principio intrínseco, no puede ser sino la materia o la forma de la sustancia natural. Puesto que la materia es indeterminada, la naturaleza se identifica con la forma.
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