Los números como principio

Los pitagóricos consideraron que el principio es el número, mas que el agua, el aire o el fuego. El testimonio más claro y conocido es un texto de Aristóteles que dice lo siguiente:”Los pitagóricos fueron los primeros que se dedicaron a las matemáticas y que las hicieron avanzar, y nutridos por ellas, creyeron que los principios de éstas serían los principios de todas las cosas que son. Y puesto que en las matemáticas los números son por propia naturaleza los principios primeros, precisamente en los números ellos pensaban ver -más que en el fuego, en la tierra y en el agua- muchas semejanzas con las cosas que son y que se generan (…); y además, porque veían que las notas y los acordes musicales consistían en números; y finalmente porque todas las demás cosas, en toda la realidad, les parecían estar hechas a imagen de los números y que los números fuesen lo primero en toda la realidad, pensaron que los elementos del número fuesen los elementos de todas las cosas y que todo el universo fuese armonía y número”.

A primera vista esta teoría puede sorprender. En realidad el descubrimiento de que en todas las cosas existe una regularidad matemática, es decir numérica, debió producir una impresión extraordinaria, y ha marcado una etapa fundamental en el desarrollo espiritual de Occidente. Al mismo tiempo fue decisivo el descubrimiento de que los sonidos y la música pueden traducirse en magnitudes numéricas.

No menos importante debió ser el descubrimiento de la incidencia determinante del número en los fenómenos del universo: el año, las estaciones, los meses, los días, etc están reguladas por leyes numéricas. Asimismo son también leyes numéricas las que regulan el tiempo de la gestación en los animales, los ciclos del desarrollo biológico y los diferentes fenómenos de la vida.

Es comprensible que, estimulados por la euforia de estos descubrimientos, los pitagóricos hayan llegado a descubrir también correspondencia inexistentes entre fenómenos de diversos géneros y el número. Por ejemplo, para algunos pitagóricos`óricos, la justicia -en la medida en que es una especie de reciprocidad o de igualdad- había de coincidir con el número 4 o con el 9 (es decir, 2×2, 3×3, el cuadrado del primer número par o del primer número impar); a la inteligencia y a la ciencia, en la medida que poseen el carácter de persistencia e inmovilidad, se las hacía coincidir con el 1, mientras que la opinión mudable, que oscila en direcciones opuestas, había de coincidir con el 2, y así sucesivamente.

Para nuestra sociedad actual el número es una abstracción mental y por lo tanto un ente de la razón; en cambio, para la forma antigua de pensar (hasta Aristóteles), el número era una cosa real. No sólo eso: es la más real de las cosas, y precisamente en cuanto tal se la considera el principio constitutivo de las cosas. Por lo tanto el número no es un aspecto que nosotros abstraemos mentalmente de las cosas, sino la realidad, la physis de las cosas mismas.

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