John Becher

Uno de los procesos químicos que más interrogantes suscitaron durante muchos siglo fue el de la combustión. Muchos filósofos sugirieron que las sustancias inflamables contenían el fuego. Este se manifestaba bajo determinadas circunstancias, especialmente cuando sobre dichas sustancias incidía el calor, una chispa o algunos rayos. Cuando ocurría esto aparecían las llamas. Cuando los alquimistas transformaron los cuatro elementos en tres (mercurio, azufre, sal) el azufre se convirtió en el elemento combustible.

No fue hasta el siglo XVII cuando se introdujo una nueva explicación. John Becher fue el que introdujo dicha nueva explicación. Nació en 1635 en Alemania, y a los trece años empezó a deambular por diversas ciudades en busca de fortuna. Sus conocimientos eran elementales, pero daba la impresión de que era un personaje con mucho conocimiento. A los 26 años entró en la corte del elector de Mainz como un experto. Posteriormente se casó con una mujer de gran fortuna. Su suegro le otorgó el título de medicina como regalo de boda. Al poco tiempo es nombrado catedrático de medicina de la Universidad de Mainz y médico persolan del Elector. Al poco tiempo se trasladó a Baviera y allí se convirtió en consejero en jefe del Elector de Baviera. Su gran idea fue que Baviera tenía que limitar el comercio con Francia, y establecer en Baviera una industria local de seda. Los comerciantes de la zona, como era lógico de esperar, se opusieron a dicho plan y Becher se trasladó a Viena. Allí es contratado como consejero económico en jefe por el Emperador de Austria. Lo primero que llevó a cabo fue la construcción de una fábrica de seda -era una fijación- que no tardó en pasar por dificultades financieras. posteriormente propuso la creación de un lenguaje universal, además proyectó transformar las arenas del Danubio en oro a traves de sistemas alquímicos.

Al año siguiente Becher se traslada a Holanda con un proyecto -estoy seguro que no lo podeis adivinar- para la fabricación de seda. Allí consiguió que la Asamblea holandesa respaldara dicho proyecto. Les explicó que la fabricación de seda necesitaba de una gran cantidad de dinero. Pocos días antes de empezar la producción, Becher desapareció rumbo a Londres con todo el dinero que había conseguido. Allí se estableció como experto minero. Viajó por diferentes minas de Escocia, y a la vuelta a Londres intentó convertirse en miembro de la Royal Society, cosa que no consiguió.

A lo largo de esta vida tan ajetreado, Becher escribió un libro titulado Physica Subterranea, donde plantea su teoría sobre los elementos. Dicha obra tendrá una gran influencia en la química a lo largo de los siguientes años.

En dicha obra Becher afirma que todas las sustancias sólidas consisten en tres tipos de tierra. El tercer elemento, que es el que nos interesa, era la “tierra grasa”, que era la que aportaba a la materia sus cualidades aceitosas y combustibles. Este era el principio de la inflamabilidad. Esta funcionaba de la siguiente forma: un trozo de madera se compone de ceniza y tierra grasa; al quemarse la madera, la tierra grasa es liberada y deja las cenizas.

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