Afganistan. Orígenes de un conflicto
Los orígenes del conflicto de Afganistán son complejos y se relacionan todos ellos. En el interior, los orígenes del conflicto se sitúan en la política, la ideología y las diferencias étnicas que provocaron la invasión soviética. Uno de los focos más importantes es el enfrentamiento entre los modernizadores (la minoría de las élites educadas de las ciudades) y los conservadores (mayoría rural). Esta brecha se amplió con la ocupación del país por la Unión Soviética, ya que esta invasión dio fuerza a las fuerzas modernizadoras situadas en las ciudades, con escaso respeto hacia los valores tradicionales, pero, además el apoyio incondicional a los grupos opuestos a los soviéticos derivó en la aparición de otros grupos radicales que agravaron aún más el conflicto.
Durante la ocupación soviética fluyeron miles de millones de dólares y grandes cantidades de equipos militares, armas y municiones, en ambos bandos, lo que convirtió al país en un campo de batalla. Ello ocasionó que la sociedad afgana se polarizada y estuviera fuertemente militarizadas. Además, el Estado perdió toda su legitimidad.
Tras la retirada soviética y el fin de la guerra fría, los afganos fueron abandonados a la “suerte de Dios”, en un entorno en el cual todo el mundo iba armado. Por lo tanto, las armas dominaban sobre la ley. Ello ocasionó que el país quedara en manos de fuerzas regionales rivales que ejercían su influencia sobre los países vecinos. El conflicto étnico se vio agravado por las diferentes estructuras de mando y control de los diferentes grupos de la resistencia contra la ocupación soviética, que creó elementos de poder independientes. Tras la retirada, las milicias incrementaron su capacidad militar para ejercer un mayor control sobre el territorio bajo su influencia. Además, la retirada soviética ocasionó un vacío de poder que no sólo deslegitimó y puso fin al control del gobierno central sobre las provincias, sino que aceleró la caída de las instituciones del Estado.
La estructura tribal de la autoridad resultó alterada y el liderazgo tradicional fue reemplazado por extremistas religiosos, jóvenes y carentes de respeto hacia las mujeres o hacia las normas establecidas, ya sean las tradicionales o las modernas.
Otro factor a tener en cuenta fue la corrupción generalizada, tanto moral como material, entre las facciones muyahidines y las fuerzas de la milicia del régimen comunista. Esta situación empeoró el estado de la ley y el orden, así como ayudó a escindir al país en feudos étnicos y prolongó la guerra civil. Desde entonces, los extremistas han incrementado su dominio a través de actos terroristas.
La intervención internacional en Afganistán ha sido siempre parte del problema y parte de la solución. Por regla general, la intervención extranjera ha incrementado el conflicto, mientras que el olvido internacional ha desempeñado el papel de Afganistán como refugio de militantes en zonas tribales escasamente gobernadas y nada controladas. Con la caída del imperio soviético, Occidente se olvidó de Afganistán, y este se convirtió en una zona de influencia por parte de las potencias regionales. Hay muchos grupos étnicos y religiosos en Afganistán que comparten vínculos con los países vecinos, lo que provoca un interés por parte de de las potencias vecinas. Por ejemplo, Pakistán considera que los talibanes y otros grupos radicales de Cachemira son un elemento importante para su seguridad nacional, y por tanto, son útiles para lograr dos objetivos principales: en primer lugar, asegurar su influencia en Afganistán a fin de ver un gobierno afín, y en segundo lugar, para presionar a Afganistán e India y crear una zona tapón para contrarrestar el poderío militar indio. Tanto a Pakistán, como a la India les preocupa la influencia de su homólogo en Afganistán porque lo consideran una amenaza para su seguridad y el interés político propio.
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