Relato: el domador de hormonas
Es curioso como la vida nos la juega en esta sociedad postcapitalista. Las personas pasamos por ella sin darnos cuenta de lo que significa vivir. Estamos absolutamente pegados a nuestro propio yo, y el resto de las personas no significan nada para nosotros, a no ser que podamos extraer algún beneficio de ellas. Estos beneficios, no estamos hablando solamente de beneficios económicos ya que pueden ser emocionales, afectivos, etc. Bien, quizá he sido un poco radical al decir que el resto de personas no significan nada para nosotros. Podríamos decir, que las tenemos en consideración.
Todas estas reflexiones se agolpaban en la mente de Pedro. Medio siglo trabajando para llegar a la situación actual. Lo menos importante era su situación de desempleo. Lo que de verdad hacía mella en su carácter era que no reconocía a sus propios hijos. Años de lucha y de trabajo, y ahora que tenía tiempo para “disfrutar” de sus hijos, resulta que eran unos auténticos desconocidos.
También es verdad que teniendo unos hijos adolescentes es difícil disfrutar. ¿Qué ocurre en la adolescencia? Vale, las hormonas saltan, rebotan, y rebosan locura en todos sus quehaceres cotidianos. Las hormonas son una fiesta continua. Ahora bien, se supone que siempre las hormonas han actuado de esta forma. Entonces, ¿por qué en mi adolescencia no actuaron de esta forma? ¿Qué les impidió desarrollarse? Mis hijos me dicen que “antes las cosas eran diferentes”. Por cierto, cuando dicen diferentes significa raras, atrasadas, subdesarrolladas.
En ello estaba Pedro, cuando tuvo la genial idea para conseguir un empleo. Está claro que me autoempleo. ¿Cuál era su brillante idea? Domador de hormonas. Ya sé que podéis pensar que esto es un absurdo. Recuerdo cuando antes las personas se quejaban de vivir en los pueblos porque en estos no existía el anonimato, y todo el mundo criticaba a todo el mundo. Las ciudades eran un oasis ya que podías presumir de anonimato. Hoy, el anonimato es imposible. Hemos regresado, con determinada utilidad que se les da a algunas redes sociales, al cotilleo más infame, al peor cotilleo que existía en determinados pueblos de cualquier lugar del mundo.
Pero, la pregunta que está en el aire es ¿cómo se consiguen domar a las hormonas?
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