Ortega y Gasset

Si definimos la vida como una nueva realidad radical, ahora tendremos que abordar los “atributos” -como dice Ortega- de esa nueva realidad radical. Se trata nada menos que de buscar ciertas categorías con las que, a la postre, podamos definir la vida. Pero no la vida en general, no la “otra vida” sino ésta, la mía, la humana. Ortega entiende por categorías de la vida:”los conceptos que expresan el vivir en su exclusiva peculiaridad”.

  • Vivir es, ante todo, encontrarse en el mundo. Mundo no es aquí naturaleza como creían los antiguos, sino “lo vivido como tal”. Esta es, pues, la primera categoría de la vida: yo en el mundo.

  • Pero nos encontramos en el mundo no de una forma vaga sino concreta: estamos ocupados en algo. “Yo consisto en ocuparme con lo que hay en el mundo y el mundo consiste en todo aquello de que me ocupo y en nada más”. Por ello, “vivir es convivir con una circunstancia”.

  • Mas “todo hacer es ocuparse en algo para algo”. Estamos ocupados en algo gracias a una finalidad en vista de la cual ocupamos nuestra vida de una forma determinada. La vida no está nunca prefijada. No está prevista; es imprevista. Es posibilidad y problema.

  • Por tanto, yo he decidido hacer lo que hago; yo he sido libre al decidirme por esta y no por aquella labor. Nada se nos da hecho, por eso la vida es un decidir antes que un hacer. Vida es anticipación y proyecto.

  • Ahora bien, si decido es porque tengto “libertad para…”, es decir, puedo escoger. Esto es fundamental, ya que el poder de decisión dependerá siempre de que haya o no posibilidades frente al que tiene que decidirse. Con palabras de Ortega: decidimos “porque vivir es hallarse en un mundo no hermético, sino que ofrece posibilidades”.

  • Pero – por otra parte- esas posibilidades no son en absoluto ilimitadas. “Para que haya decisión tiene que haber a la vez limitación y holgura, determinación relativa. Esto expreso con la categoría circunstancias”. Quiere esto decir que la vida siempre se presenta concretamente, o, con otras palabras, bajo una determinada disposición a través de la cual se perfilan hombres y cosas. El mundo vital es, pues, esencialmente circunstancial, y dentro de la circunstancia ha de decidirse el hombre, es decir, asumiendo plenamente “su” circunstancia.

  • Y acabamos abordando la última categoría: la temporeidad. “Si nuestra vida consiste en decidir lo que vamos a hacer, quiere decirse que en la raíz misma de nuestra vida hay un atributo temporal: la vida es futurización”. Esta categoría juega un papel extraordinario, y a dos nivels: a) un nivel que se podría llamar ontológico y un nivel gnoseológico.

La sustancia de la vida es el tiempo, el cambio. Cambia la perspectiva porque existe un irreductible desajuste entre el pasado y el futuro del hombre que, precisamente, da en el presente un continuo dinamismo de la perspectiva.

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