Cándido de Voltaire

Cándido es el más conocido de los cuentos de Voltaire. Se trata de una divertida parodia de las novelas de viajes y aventuras, protagonizada por el joven Cándido -inocente, fiel, respetuoso y disciplinado-, que se enfrenta a un mundo marcado por la ambición, la violencia, el fanatismo y la injusticia. La sátira afecta a los gobiernos, órdenes religiosas, naciones e ideas filosóficas, en particular las teorías de Leibniz en su obra El mejor de los mundos. El protagonista -al modo de don Quijote- se enfrenta a constantes aventuras y desengaños, escoltado por dos figuras contrapuestas: el optimista filósofo Pangloss y el pesimista criado Martín.

Os dejo un fragmento que corresponde al final de la obra, cuando los personajes principales llegan a Constantinopla sin estar seguros del sentido de la vida.

“Había en los alrededores un derroche muy famoso que pasaba por se el mejor filósofo de Turquía; fueron a consultarlo; Pangloss fue el portavoz y le dijo:”Maestro, venimos a rogaros que nos digáis por qué ha sido formado un animal tan extraño como el hombre”. “¿A ti qué te importa?” le dijo el derroche; “¿acaso es asunto tuyo?” “Pero reverendo padre” dijo Cándido, “hay un mal horrendo en la tierra”. “Qué más da”, dijo el derroche, “que haya bien o mal?” Cuando su Alteza manda un navío a Egipto, no se preocupa de si los ratones que están en el barco van o no a gusto”. “¿Entonces qué hay que hacer?” dijo Pangloss . “Callarte”. Dijo el derroche. “Me ilusionaba”, dijo Pangloss, “razonar un poco con vos sobre los efectos y las causas, sobre el mejor de los mundos posibles, sobre el origen del mal, de la naturaleza del alma y de la armonía preestablecida”. El derroche, al oír esto, les dio con la puerta en las narices.

Durante esta conversación, cundió la noticia de que acababan de estrangular en Constantinopla a dos visires del banco y al muftí, y de que se había empalado a varios amigos suyos. Esta catástrofe dio en todas partes mucho que hablar durante algunas horas. Pangloss, Cándido y Martín, al volver a su modesta granja, encontraron a un buen viejo que tomaba el fresco en un cenador de naranjos a la puerta de su casa. Pangloss, que era tan curioso como razonador, le preguntó cómo se llamaba el muftí al que acababan de estrangular. “No tengo ni idea”, contestó el buen hombre; “nunca he sabido el nombre de ningún muféì ni de ningún visir. Ignoro totalmente la aventura de la que me habláis; presumo que en general los que se ocupan de asuntos públicos perecen a veces miserablemente, y que lo merecen; pero no me informa nunca de lo que hacen en Constantinopla; me contento con mandar llevar allí las frutas del jardín que cultivo”. (….)

“¿Debéis tener” le dijo Cándido al turco, “una extensa y magnífica tierra?” “Sólo tengo veinte arpendes”, contestó el turco; “los cultivo con mis hijos: el trabajo aleja de nosotros tres grandes males, el aburrimiento, el vicio y la necesidad”.

Cándido, al volver a su granja, meditó profundamente sobre el discurso del turco. Les dijo a Pangloss y a Martín:”Este buen anciano me parece haber conseguido mejor condición que los seis reyes con los que hemos tenido el honor de cenar (…)”

VOLTAIRE, Cándido , Cátedra

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