Giotto

Giotto es el primero que supo observar la realidad con otros ojos y el primero que introdujo el arte en el contexto de la vida privada y pública de su tiempo. Giotto nació hacia el año 1267 en Colle di Vespignano en el seno de una familia campesina. Giotto produce una inmersión en la realidad humana y cotidiana, una elevación del hombre hacia Dios a través de su obra, concepción ésta absolutamente burguesa y laica, sin apocalipsis ni tremendas caídas a abismos infernales. Ello explica que sintiesen predilección por su obra papas y ricachones, aristócratas y burgueses, además de todos los banqueros. Si cogemos la imagen de San Francisco, este es un hombre fuerte, racional, inmerso en la realidad y alejado del anacoreta que hablaba con los animales. Francisco se mueve como un hombre más entre los hombres, en un mundo de realidades tangibles, concretas, mesurables.

La Capilla de los Scrovegni

En 1302, Enrico Scrovegni, el ciudadano más rico de Padua, encargó para expiar sus pecados, la decoración de su capilla privada a Giotto, quien trabajaría en ella hasta 1305. En las escenas de sus narraciones, Giotto coloca a menudo a sus personajes bajo pórticos o en lugares abiertos que parecen adentrarse en la profundidad de la pared. El Anuncio de Santa Ana es un ejemplo de dicha representación del espacio. Giotto crea un auténtico teatro en perspectiva: se trata de un ambiente familiar en el que Ana, mujer de Joaquín y futura madre de la Virgen María, recibe la noticia de su ya próxima maternidad. La cuidada representación de la arquitectura de la casa se corresponde con la imagen del interior (la cama, la cortina,..) De la misma forma, los tres personajes presentan actitudes perfectamente definidas: en el centro, la figura de la santa, con el perfil de su rostro recortado cobre el tono claro de la cortina y encuadrada entre la sirvienta inmersa en su labor de hilado y el ángel que trae volando el anuncio divino. Sobre el azul del fondo resaltan los tonos claros de los elementos arquitectónicos exteriores; el verde armoniza con los tonos ocre, naranja y marrón de los personajes y del mobiliario, mientras que el blanco y el rosa de la túnica del ángel iluminan el ángulo superior derecho de la escena.

En la sección de historias de Joaquín nos encontramos con el encuentro de Santa Ana. El arcángel gabriel había predicho a Ana y a Joaquín, futuros padres de María, que se encontrarían un día en la Puerta Aurea de Jerusalén. El esquema de la obra pone de manifiesto la íntima relación entre figuras y arquitectura: la esquina de la torre que corona el abrazo entre Joaquín y Ana coincide exactamente con el punto de encuentro entre las aureolas, subrayando el carácter principal de los protagonistas. Las dulces manos de Ana que acaricia la mejilla de Joaquín al mismo tiempo que abraza al hombre en actitud expresiva, y la mano derecha del santo, que rodea la espalda de la mujer, definen la atmósfera y el significado del encuentro.

En definitiva, Giotto otorga la capacidad de dar alma y cuerpo a sus personajes, de poner en escena el drama siempre actual al cual los hombres han obtenido la redención.


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