Recordando el Maine

La prensa amarilla es hija de la guerra hispano-norteamericana. La inventaron dos periodistas, Pulitzer y Hearst, y tuvo una influencia decisiva en los acontecimientos que acabaron con lo que quedaba del imperio español.

Hearst, la figura que inspiró a Orson Welles en su Citizen Kane, superó con su diario The New York Journal a su contrincante Pulitzer, dueño de The New York World, al darse cuenta de la importancia que el lector da a esta primera página al decidirse por comprar un periódico. Hearst envió periodistas y dibujantes a Cuba para que explicaran y mostraran las supuestas atrocidades que cometían los españoles en la isla. Es famosa, y reveladora al mismo tiempo, la anécdota que se cuenta de uno de los dibujantes de Hearst: no encontró en Cuba nada que pudiera servir al propósito de su viaje y anunció a Hearst por telégrafo su regreso a Estados Unidos. Éste contestó con otro telegrama:”Quédese en la Habana. Usted ponga los dibujos. Yo pondré la guerra”.

La guerra encontró un motivo perfecto en el hundimiento en el puerto de la Habana, del acorazado Maine que se atribuyó falsamente a una mina española o, como decía el Journal, “a una máquina infernal secreta del enemigo”. La explosión causó la muerte de 258 tripulantes del acorazado y los diarios sensacionalistas se encargaron de provocar en la opinión pública un clima belicista. El presidente McKinley dio por buena la versión del sabotaje español.

Ahora bien, el deseo de ir a la guerra no era menor en la prensa española que en la norteamericana. Algunos sectores de la prensa española se dedicó a insultar a los americanos llamándoles tocineros y salchicheros.


Comentarios

Entradas populares de este blog

BIOLOGÍA: DROGAS QUE INTERFIEREN LA MITOSIS

CONCEPTOS DE GEOGRAFÍA: ESTABULADO

Rafael Alberti