ESTUDIO EFICAZ: APLAZAR EL ESTUDIO
Son las 9 de la mañana de un sábado cualquiera. Hoy tengo la intención de estudiar todo el día. Ayer viernes pasé por Academia Cruellas y me elaboró mi plan de trabajo. Por lo tanto, hoy voy acabar los ejercicios de física, terminaré el trabajo de Literatura y me pondré al día de matemáticas. Desayuno, miro el móvil, abro el ordenador y me acerco el libro de física. Inmediatamente abierto el libro, empiezo a notar un leve dolor en el cerebro. Es casi imperceptible. Mi mirada se posa en el ordenador portátil. Ahora ya no siento este dolor. Todo lo contrario. Noto un cierto placer al leer los diferentes mensajes, observar las fotos que me han enviado,....
A las 11 de la mañana todavía no he empezado con los ejercicios de física, me autoengaño y me digo a mi mismo que esta tarde, después de comer, empezaré a estudiar en serio.
Este sería un aplazamiento típico de estudio. Quiero hacer algo que no me gusta e inmediatamente mi cerebro empieza a sufrir y por lo tanto traslado mi centro de atención a cosas que serán más placenteras.
Tendríamos que ver el aplazamiento como una adicción, es decir, nos proporciona un alivio temporal de una realidad aburrida. Es muy fácil autoengañarnos a nosotros mismos dándonos excusas inverosímiles. Me doy excusas no creíbles: "si preparo el examen de historia con demasiada antelación, lo olvidaré y no servirá de nada este estudio". Ahora eso si, cuando los exámenes trimestrales aparecen, entonces llevamos a cabo esfuerzos sobrehumanos para poder prepararlos. Pero no caemos en la cuenta de que quizás la verdadera razón de que no rinda en filosofía es que la he estado aplazando continuamente.
Ahora bien, este aplazamiento continuo te crea bajas dosis de autoestima y te deja sin ganas de aprender y de trabajar eficazmente. Es cierto que quien aplaza las cosas al final tiene más estrés peor salud y peores notas.
Lo primero que tenemos que hacer, si queremos llevar a cabo un estudio eficaz, es romper este aplazamiento.
A las 11 de la mañana todavía no he empezado con los ejercicios de física, me autoengaño y me digo a mi mismo que esta tarde, después de comer, empezaré a estudiar en serio.
Este sería un aplazamiento típico de estudio. Quiero hacer algo que no me gusta e inmediatamente mi cerebro empieza a sufrir y por lo tanto traslado mi centro de atención a cosas que serán más placenteras.
Tendríamos que ver el aplazamiento como una adicción, es decir, nos proporciona un alivio temporal de una realidad aburrida. Es muy fácil autoengañarnos a nosotros mismos dándonos excusas inverosímiles. Me doy excusas no creíbles: "si preparo el examen de historia con demasiada antelación, lo olvidaré y no servirá de nada este estudio". Ahora eso si, cuando los exámenes trimestrales aparecen, entonces llevamos a cabo esfuerzos sobrehumanos para poder prepararlos. Pero no caemos en la cuenta de que quizás la verdadera razón de que no rinda en filosofía es que la he estado aplazando continuamente.
Ahora bien, este aplazamiento continuo te crea bajas dosis de autoestima y te deja sin ganas de aprender y de trabajar eficazmente. Es cierto que quien aplaza las cosas al final tiene más estrés peor salud y peores notas.
Lo primero que tenemos que hacer, si queremos llevar a cabo un estudio eficaz, es romper este aplazamiento.
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