Rusia
Buenas noches, desde Academia Cruellas. Vamos a analizar cual es el papel que juega Rusia en el Cáucaso. Para ello empezaremos desde el principio. Este no es más que el Estado ruso nació de una amalgama de naciones fusionaras entre sí. En el siglo IX las gentes que provenían de la Suecia moderna y los eslavos de los Balcanes se enfrentaron y en último lugar se fusionaron en una nación que surgió en el norte de la Ucrania moderna conocida como el Rus de Kiev. Este conglomerado etnocultural proporcionó la base para la fundación de lo que hoy consideramos la nación rusa.
Aunque muchas veces fragmentada entre los siglos X y XII, el Rus y varias regiones tuvieron un desarrollo considerable. Por ejemplo, Moscú fue fundada en 1146 y Novgorod se convirtió en un Estado separado con una asamblea, arzobispo y administrador electo en 1126. La fragmentación y división de las comunidades eslavas, estaban situadas bajo una cristiandad ortodoxa dominada por Bizancio. El contexto ruso que generó la monarquía de 300 años de los Romanov fue similar a otros contextos europeos donde el feudalismo medieval, el nacionalismo y la religión forjaron un Estado poderoso que posteriormente influyó no solamente en Europa sino también en Asia.
El nacionalismo que surgió en el estado zarista después del siglo XVII no estaba sustentado en la base étnica o identidad lingüística, sino que eran los representantes de las élites terratenientes en el seno de la dinastía de los Romanov, que fueron creando alianzas descentralizadas de carácter confederar. Los nobles dependían de los reyes para su apoyo y viceversa. Rusia alcanzó su identidad hasta la entrada de la Ilustración, por mediación de pequeños círculos de élites terratenientes. Bajo los zares Rusia experimentó 300 años de expansión imperial; crecimiento y cambios económicos y una economía de subsistencia básicamente agraria en el caso de los siervos.
A comienzos del siglo XIX, el zar Pablo I de Rusia se comprometió en una serie de luchas diplomáticas y políticas con las potencias europeas (Francia y Gran Bretaña). La conquista militar de Europa occidental por parte de Napoleón constituye uno de estos hechos. El intento de Pablo I de desafiar a Napoleón acabó con la marcha de Napoleón a través de Europa y con la toma de Moscú. Como Hitler, Napoleón estimó erróneamente la determinación del pueblo ruso. A medida que se dilataban sus líneas de suministros y decaía su moral (y, sobre todo, se acercaba el invierno ruso), Napoleón fue rechazado y finalmente derrotado por la coalición liderada por Gran Bretaña y Prusia. Así, Rusia, como la mayoría de las potencias europeas, tuvo su intervención en el equilibrio de poder en Europa después de la caída de Napoleón, intentó mantener su imperio intacto y procedió a mantener la paz a lo largo de sus fronteras.
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