EL MULTIPLICADOR KEYNESIANO
Buenos días desde Academia Cruellas, en Fraga. Hoy nos preguntamos si el aumento del gasto o de la demanda aumentará el producto nacional en la misma cantidad o en una cantidad mayor.
este fue uno de los elementos fundamentales en la aportación de Keynes. Este afirmó que, en una economía con desempleo, un aumento de la demanda generará un proceso multiplicador, que hará aumentar el producto nacional en una cuantía mayor que la que corresponde al impulso inicial del gasto.
¿A qué se debe? La causa fundamental es que determinados componentes de la demanda agregada o del gasto dependen del producto nacional. Imaginemos que sólo existe el gasto en consumo e inversión, y nos olvidamos de otros posibles componentes, como el gasto público o el realizado por los países extranjeros a través de las exportaciones.
Podemos afirmar que el consumo depende de la renta nacional o, mejor dicho, de la renta disponible: cuanta más renta perciban las personas, mayor será su consumo. Llamaremos propensión marginal al consumo a la cantidad en la que aumenta el consumo nacional cuando la renta aumenta en una unidad monetaria. Seguramente es que no toda la unidad monetaria se destine al consumo, el resto irá a parar al ahorro, lo que nos permite definir la propensión al ahorro como el incremento del ahorro cuanto mayor sea la renta.
¿Cuál será el efecto de un aumento de la demanda? Imaginemos que se produce un gasto en inversión que se materializa en la instalación de una fábrica en un lugar en el que existe mucho desempleo. Esta inversión permitirá contratar trabajadores desempleados, que percibirán un salario. Estos trabajadores gastarán parte de esta nueva renta en la adquisición de productos de acuerdo con su propensión marginal al consumo. Este gasto adicional irá a parar a otras empresas, que, a su vez, deberán aumentar su producción, contratando más trabajo y pagando salarios. Así, se va sucediendo todo un proceso que hará que el aumento final del producto y la renta nacional sea mayor que el impulso inicial del gasto.
¿Cómo actua este multiplicador? Supongamos que se lleva a cabo un gasto de 1000 unidades monetarias en una zona con alto desempleo, y que la propensión marginal al consumo de los trabajadores es 0,8 (de cada 10 unidades de renta que reciben, dedican 8 al consumo y 2 al ahorro). Supongamos también, que la inversión consiste simplemente en contratar trabajadores para que, sin ayuda de máquinas o herramientas, arranquen hierbas de un campo. En el mes en que se paga el salario a estos trabajadores, la renta nacional aumenta en 1000 unidades. Los trabajadores ahorran 200 y gastan las 800 restantes.
Este gasto consiste, por ejemplo, en la compra de pan; los panaderos ven incrementada su demanda, y deciden contratar nuevos trabajadores para atender a esa mayor producción (vamos a imaginar que la harina es gratuita). Al pagar esos nuevos salarios, la renta aumenta en 800 unidades más. Estos trabajadores también comprarán más pan, de acuerdo con su propensión marginal al consumo: 640 unidades al consumo de pan y las restantes 160 unidades son ahorro.
Otra vez aumenta la demanda de pan; de nuevo se contrata a otros trabajadores a los que se paga un salario de 640. Estos últimos consumen el 80 por ciento de su sueldo (512 unidades), ahorrando el resto. Y el proceso sigue, una y otra vez, hasta que los nuevos incrementos son cada vez más pequeños y, finalmente, el proceso se detiene.
¿Cuál ha sido el crecimiento de la renta o producto nacional, a consecuencia del impacto inicial de 1000 unidades de gasto? En la primera etapa, 1000; en la segunda 800; en la tercera, 640; en la puerta, 512, y así sucesivamente. Fácilmente podemos comprobar que la suma final de todos los incrementos llegará a 5000 unidades; el gasto original de 1000 ha dado lugar a un aumento del producto cinco veces mayor. El multiplicador es igual a 5.
Por lo tanto para impulsar la economía, un empujón relativamente pequeño permite obtener un resultado mucho mayor. Claro que el proceso también puede funcionar al revés; si en nuestro ejemplo reducimos el gasto en 1000 unidades, con el paso del tiempo acabaremos perdiendo 5000. Y finalmente, no debemos olvidar que hemos puesto un ejemplo muy sencillo. La vida real es mucho más complicada, y quizá nuestro optimismo, fundado en el multiplicador keynesiano, necesite ser rebajado.
este fue uno de los elementos fundamentales en la aportación de Keynes. Este afirmó que, en una economía con desempleo, un aumento de la demanda generará un proceso multiplicador, que hará aumentar el producto nacional en una cuantía mayor que la que corresponde al impulso inicial del gasto.
¿A qué se debe? La causa fundamental es que determinados componentes de la demanda agregada o del gasto dependen del producto nacional. Imaginemos que sólo existe el gasto en consumo e inversión, y nos olvidamos de otros posibles componentes, como el gasto público o el realizado por los países extranjeros a través de las exportaciones.
Podemos afirmar que el consumo depende de la renta nacional o, mejor dicho, de la renta disponible: cuanta más renta perciban las personas, mayor será su consumo. Llamaremos propensión marginal al consumo a la cantidad en la que aumenta el consumo nacional cuando la renta aumenta en una unidad monetaria. Seguramente es que no toda la unidad monetaria se destine al consumo, el resto irá a parar al ahorro, lo que nos permite definir la propensión al ahorro como el incremento del ahorro cuanto mayor sea la renta.
¿Cuál será el efecto de un aumento de la demanda? Imaginemos que se produce un gasto en inversión que se materializa en la instalación de una fábrica en un lugar en el que existe mucho desempleo. Esta inversión permitirá contratar trabajadores desempleados, que percibirán un salario. Estos trabajadores gastarán parte de esta nueva renta en la adquisición de productos de acuerdo con su propensión marginal al consumo. Este gasto adicional irá a parar a otras empresas, que, a su vez, deberán aumentar su producción, contratando más trabajo y pagando salarios. Así, se va sucediendo todo un proceso que hará que el aumento final del producto y la renta nacional sea mayor que el impulso inicial del gasto.
¿Cómo actua este multiplicador? Supongamos que se lleva a cabo un gasto de 1000 unidades monetarias en una zona con alto desempleo, y que la propensión marginal al consumo de los trabajadores es 0,8 (de cada 10 unidades de renta que reciben, dedican 8 al consumo y 2 al ahorro). Supongamos también, que la inversión consiste simplemente en contratar trabajadores para que, sin ayuda de máquinas o herramientas, arranquen hierbas de un campo. En el mes en que se paga el salario a estos trabajadores, la renta nacional aumenta en 1000 unidades. Los trabajadores ahorran 200 y gastan las 800 restantes.
Este gasto consiste, por ejemplo, en la compra de pan; los panaderos ven incrementada su demanda, y deciden contratar nuevos trabajadores para atender a esa mayor producción (vamos a imaginar que la harina es gratuita). Al pagar esos nuevos salarios, la renta aumenta en 800 unidades más. Estos trabajadores también comprarán más pan, de acuerdo con su propensión marginal al consumo: 640 unidades al consumo de pan y las restantes 160 unidades son ahorro.
Otra vez aumenta la demanda de pan; de nuevo se contrata a otros trabajadores a los que se paga un salario de 640. Estos últimos consumen el 80 por ciento de su sueldo (512 unidades), ahorrando el resto. Y el proceso sigue, una y otra vez, hasta que los nuevos incrementos son cada vez más pequeños y, finalmente, el proceso se detiene.
¿Cuál ha sido el crecimiento de la renta o producto nacional, a consecuencia del impacto inicial de 1000 unidades de gasto? En la primera etapa, 1000; en la segunda 800; en la tercera, 640; en la puerta, 512, y así sucesivamente. Fácilmente podemos comprobar que la suma final de todos los incrementos llegará a 5000 unidades; el gasto original de 1000 ha dado lugar a un aumento del producto cinco veces mayor. El multiplicador es igual a 5.
Por lo tanto para impulsar la economía, un empujón relativamente pequeño permite obtener un resultado mucho mayor. Claro que el proceso también puede funcionar al revés; si en nuestro ejemplo reducimos el gasto en 1000 unidades, con el paso del tiempo acabaremos perdiendo 5000. Y finalmente, no debemos olvidar que hemos puesto un ejemplo muy sencillo. La vida real es mucho más complicada, y quizá nuestro optimismo, fundado en el multiplicador keynesiano, necesite ser rebajado.
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