LO QUE NO DEBEMOS HACER PARA RESOLVER UN PROBLEMA
Un problema en matemáticas, física, química, etc implica incertidumbre y obstáculos, pero tiene como contrapartida que su resolución nos aporta una preparación idónea para pensar científicamente. Por lo tanto, una primera regla general de lo que no tenemos que hacer es la siguiente:
Leer y memorizar problemas ya resueltos, sea por parte del profesor o por el libro de texto, ya que esto no garantiza saber resolver otros problemas diferentes.
Esto no supone rechazar la memoria en el aprendizaje de la resolución de problemas, sino emplearla para lo que sirve realmente, como datos numéricos ( constantes), cambios de unidades, etc. ¿Porqué? Porque el aprendizaje memorístico de problemas ya resueltos puede constituir una pesada losa para aprender a resolver otros problemas cualesquiera en cuanto nos conduce a relacionar estos últimos con los primeros.
Lo ideal es lo que recibe el nombre de resolución productiva, es decir, la que permite afrontar situaciones novedosas a partir de un análisis meticuloso y original de la situación problemática.
Otro defecto camino perjudicial que se suele seguir a la hora de resolver problemas es la obsesión por hallar un resultado numérico y confiar a la suerte que "esté bien". Se trata de una especie de lotería cuyo premio sería el aprobado. Ni el resultado es lo más importante de un problema, ni aprender ciencias es una lotería. Este segundo defecto se podría sintetizar de la siguiente forma:
Resolver problemas con el único fin de obtener un resultado numérico correcto supone un obstáculo para el aprendizaje de la resolución de problemas y desvirtúa lo que debiera constituir una actividad científica.
Cuando un científico se enfrenta a la generación de nuevo conocimiento sobre la naturaleza, la obsesión por hallar resultados inmediatos puede frustar la propia línea de investigaciçon.
Leer y memorizar problemas ya resueltos, sea por parte del profesor o por el libro de texto, ya que esto no garantiza saber resolver otros problemas diferentes.
Esto no supone rechazar la memoria en el aprendizaje de la resolución de problemas, sino emplearla para lo que sirve realmente, como datos numéricos ( constantes), cambios de unidades, etc. ¿Porqué? Porque el aprendizaje memorístico de problemas ya resueltos puede constituir una pesada losa para aprender a resolver otros problemas cualesquiera en cuanto nos conduce a relacionar estos últimos con los primeros.
Lo ideal es lo que recibe el nombre de resolución productiva, es decir, la que permite afrontar situaciones novedosas a partir de un análisis meticuloso y original de la situación problemática.
Otro defecto camino perjudicial que se suele seguir a la hora de resolver problemas es la obsesión por hallar un resultado numérico y confiar a la suerte que "esté bien". Se trata de una especie de lotería cuyo premio sería el aprobado. Ni el resultado es lo más importante de un problema, ni aprender ciencias es una lotería. Este segundo defecto se podría sintetizar de la siguiente forma:
Resolver problemas con el único fin de obtener un resultado numérico correcto supone un obstáculo para el aprendizaje de la resolución de problemas y desvirtúa lo que debiera constituir una actividad científica.
Cuando un científico se enfrenta a la generación de nuevo conocimiento sobre la naturaleza, la obsesión por hallar resultados inmediatos puede frustar la propia línea de investigaciçon.
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